¿Qué más se puede perder?
Uno puede perder por tener menos ocasiones. Uno puede perder porque no le achuntó al arco. También se pudo perder porque el otro fue mejor. O porque la táctica no salió como se esperaba. O porque las figuras no aparecieron. O porque los cambios fueron los incorrectos. También uno puede irse con derrota porque la moral está baja con tanta y tanta derrota. O porque la presión se está comiendo a una banca con cada vez menos crédito. O porque el empate no era meritorio por lo mostrado en el césped sintético de La Florida. Quizás porque falta conocimiento del plantel. O por falta de hambre de algunos. O tal vez porque los penales son una lotería. Lo que no te puede pasar, es perder por todo eso junto. Y ese es el problema de Gustavo Leal. O más bien, viene siendo el problema del técnico brasileño durante todo el campeonato. Un manejo a ratos errático, apelando a individualidades que no se ven, y a su capacidad de «sacar adelante» o «remontar» -esto, según sus palabras en el post partido- procesos difíciles. Palabras que dejan entrever que el rival de ayer era una combinación entre el Real Madrid y el Brasil del 70′. No era el caso. Era un equipo tan o más ahogado que el propio Everton. Y el resultado fue el mismo: perder, un término con el que lamentablemente el conjunto oro y cielo se está familiarizando. Un apunte al margen. Casualmente los dos técnicos brasileños del campeonato perdieron el codiciado «partido del millón de dólares» de la Sudamericana. La pregunta tanto para Tiago Nunes en Católica como para Gustavo Leal en nuestro Everton es: ¿Qué más se puede perder? Por Martín Belisario.